Estado interior del Ser que abarca lo material, la salud y sobre todo, lo espiritual.
La verdadera prosperidad crece en equilibrio, dando lugar a la salud financiera, física y espiritual, en un estado continuo y progresivo de buen éxito y bienestar, resultado de
una vida vivida según los principios de la palabra de Dios, más que un evento puntual.